Algunos especialistas resaltan que los mismos músculos que usamos para comer son los que empleamos para hablar, y para esto es esencial tener una musculatura orofacial con el tono muscular adecuado y la coordinación precisa para poder articular de manera secuencial lo que deseamos comunicar.
Cada vez es más frecuente encontrar niños de 2 y 3 años con retraso en el desarrollo del lenguaje que no comen alimentos sólidos y cuyas mamás o papás han optado por darles todo licuado.
Es cotidiano escuchar razones como “yo prefiero licuarle todo y así sé que se está alimentando bien”, “cuando siente algún trocito sólido lo escupe”, “tiene flojera de masticar”.
En este punto es importante que te asegures de diferenciar entre un mal hábito patrocinado por mamá y papá y un problema real del niño para tolerar y tragar alimentos sólidos.
¿Cómo hacer esta diferencia?
El niño que tiene dificultad sensorial real para admitir sólidos tiene esta dificultad con cualquier sólido, incluyendo la comida chatarra y las golosinas. Sin embargo, el niño que es selectivo al escupir el pollo pero no el chocolate, por ejemplo, necesita un poco más de perseverancia por parte de los adultos para alimentarse mejor.
Así pues, lo recomendable es que de acuerdo a las sugerencias de tu pediatra vayas incorporando alimentos sólidos y observando la evolución natural del lenguaje, ya que ante algún retraso o rezago, será su observación, la que encenderá la primera alerta.
En colegio Gran Explorador estamos atentos a poyar las necesidades de niños y niñas ofreciendo intervenciones y acompañamiento en este nuevo tránsito.
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