¿PARA QUE JUGAMOS?
El juego es un impulso natural del ser humano por explorar placenteramente lo que tiene a su alrededor, nadie le enseña a jugar a una niña o niño, puesto que saben hacerlo desde que nacen.
A medida que crece, lo que va cambiando es el tipo de juego y las actividades que les son más agradables o atractivas. Para que jueguen, sólo debemos facilitarles un espacio seguro y apropiado para hacer del juego una parte esencial de su actividad cotidiana.
Promover el juego libre es una forma muy efectiva para que los niños y niñas se desarrollen integralmente. El juego potencia las capacidades cognitivas, sociales, emocionales y lingüísticas de niños y niñas.
A través de él aprenden por ejemplo a resolver problemas cotidianos, a esperar turnos, regular su conducta, a confiar en sí mismos y compartir, entre otros beneficios.
Jugar con tu hija o hijo es una buena forma de compartir un momento placentero para ambos, de reforzar sus logros y fortalecer su relación leyendo, interpretando y respondiendo a sus señales. Porque el juego solo aparece fluidamente, en un contexto de confianza y seguridad.
Si observas con atención verás que las ganas de jugar aparecen con más fuerza cuando está rodeado/a de gente que lo/a quiere, y en un lugar en que se siente protegido/da. En la medida que nos sentimos en calma y seguros, nos atrevemos a explorar.
Por eso:
- Estimula y elogia al niño o niña.
- No te burles de sus miedos y preocupaciones.
- Dale la oportunidad de ser independiente y tomar algunas decisiones.
- Trata de no imponer tus reglas en el juego.
Algunas contribuciones del juego en los niños, que podemos referir, son las siguientes:
- Contribuciones físicas:
Posibilita diferentes movimientos que ejercitan a los niños, mejorando su coordinación psicomotriz. Esto les permite dormir mejor durante la noche y tiende a disminuir el riesgo de sobrepeso y obesidad.
- Desarrollo sensorial y mental:
Les permite aprender a discriminar formas, tamaños colores, olores y texturas.
- Contribuciones afectivas:
Les permite experimentar y reconocer diversas emociones, como sorpresa, alegría, tristeza, asombro, miedo, entre otras.
- Creatividad e imaginación:
Elementos innatos del juego que propician la interacción con pares y adultos. Por ende, el juego repercute en el establecimiento de vínculos afectivos que propician la cooperación, la empatía y la seguridad de los niños.